Cuando decides ser una persona libre, sin ataduras ni dependencias, ¡no piensas en depender de gafas ni lentillas! Aunque tus genes te hayan surtido de defecto visual al por mayor, tú te apuntas a la operación. Y claro, el primer paso es buscar un santuario de confianza: ahí aparece QVision. Con un trato tan cercano que el estudio de tu visión casi parece una sobremesa familiar, entiendes que tus ojos están en las mejores manos.
Lo más sorprendente fue que mi operación cayó en plena Semana Santa. ¡Menudo espectáculo! Mientras las cofradías desfilaban por las calles, yo me apuntaba a mi propia Vía Crucis… ¡que apenas duró un minuto por ojo! El Dr. Joaquín, con la paciencia y devoción de un nazareno cargando el paso, me explicó cada paso del proceso: “Aquí un poco de láser, allá una luz verde, mira fijamente…”, y listos, mis retinas renacían como Cristo resucitando el tercer día.
Pensándolo bien, los profesionales de QVision son como los apóstoles de la vista: cada enfermero es un San Pedro que te sostiene de la mano, cada técnico un San Juan que te guía en la oscuridad, y el Dr. Joaquín, nuestro mismísimo “Cristo de la vista”, redimiendo nuestros ojos con un toque de láser. Y como en el milagro de dar vista a los ciegos de la Biblia, ¡salí del quirófano viendo la luz con mayúsculas!
Muchas gracias a todo el equipo por dedicar sus dones a llenar de luz a la gente… ¡incluso en pleno Miércoles Santo! Ahora celebro cada amanecer con la alegría de un Domingo de Resurrección. 🎉👁️✨
